La verdad es que conviene estudiar este hábito tanto por la tarde como por la noche. Los desenlaces pueden ser sorprendentes por el hecho de que, al revés de lo que opínan muchos, dormir tras comer no es en absoluto positivo. En primer lugar, dormir tras una comida hace difícil la digestión porque el metabolismo tiene que trabajar más. Además de esto, no hay por qué engordar por esta razón si lo puedes eludir. Seguidamente, es mucho más fácil que sientas acidez y que suban a la boca los flujos gástricos.
Si por costumbre, tras una buena “comilona” caes 2 horas en el sofá, en este caso concreto, podemos asegurar que la siesta engorda (y el exceso en la mesa, asimismo). Esto podría deberse a que tu fisiología cambia en todo el día. Como explicó la nutricionista Carla Magdas, los niveles de insulina como de leptina y grelina, hormonas que regulan el apetito, son diferentes desde las 18.00h o las 19.00h. De ahí que la especialista considere cenar tarde como un fallo que puede llevarte a engordar. Los minutos de reposo tienen la posibilidad de ser muy positivos, en especial para los pequeños pequeños y, asimismo, para las personas mayores.
Javier Fernández Rápido (@nutriligero), farmacéutico y nutricionista, nos los enseña, no sin antes advertirnos de la relevancia de “estudiar el caso de cada individuo de manera individualizada”. Este artículo es únicamente informativo, en unCOMO no poseemos capacitad para recetar ningún tratamiento médico ni efectuar ningún género de diagnóstico. Te recomendamos asistir a un médico en el caso de presentar cualquier tipo de condición o malestar. La verdad, tal y como señalan desde el Instituto del Sueño, es que las siestas tienden a ser tan cortas que no interfieren en ningún proceso metabólico, por lo que los escenarios de grelina y leptina se sostienen equilibrados, sin alteraciones. ¿Tirarse una cabezadita tras comer puede lograr que engordemos? Comúnmente, se ha planeado que tirarse una siesta tras comer engorda y se ha sugerido sostenerse activo después de la comida.
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Se aconseja limitar el consumo, por lo menos hasta tres horas antes de reposar. La verdad del reposo es que tiene alguna influencia en el peso del cuerpo. Lo que sucede es que no ha habido hasta hace poco, estudios concluyentes que demostraran la relación. En primer lugar, el hecho de que la gente que duermen poco y mal acostumbran a tener malestar general. Por otra parte, existe quien creía que dormir de más podía ser perjudicial. En cualquier caso, debemos destacar los siguientes aspectos que se derivan de estudios científicos.
Hacer ejercicio moderado tras haber degustado una desprendida pitanza ayuda a realizar la digestión y contribuye a mantener equilibrado el balance energético. En las personas sedentarias, la substitución de un paseo por la siesta disminuye la oportunidad de quemar calorías, aunque el hecho de reposar no sea la causa del incremento de peso. Comer a altas horas de la noche no es conveniente, sobre todo si vas a optar por comida basura o contundente. Semeja evidente que realizar la digestión mientras que estás intentando conciliar el sueño no facilitara que lo logres, sobre todo si ya te cuesta.
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Además, asimismo asiste para reducir el estrés, prosperar el rendimiento y fortalecer el sistema inmunológico. Caso de que entrenes, puedes consumir mayor cantidad de proteína, para contribuir a que el cuerpo se recupere. Recuerda, estos alimentos pueden ser consumidos en la noche y no te harán engordar.
Lo que hay que hacer es asistir a un nutricionista, que te lleve a cabo un examen de las calorías que necesitas y de de qué manera abrasar las que te sobran. Ya hemos respondido a el interrogante si dormir después de comer engorda. Otras cosas como por ejemplo que el ser humano precisa descansar. Esa “desconexión” de unos minutos tras comer es incluso recomendable y ventajosa. Así que se debe tener una alimentación saludable y hacer ejercicio. La Organización Mundial de la Salud dice que por lo menos 150 minutos a la semana.
Pese a estas patentizas, aún es necesaria más investigación sobre el posible vínculo entre hábitos de alimentación nocturnos y metabolismo. Por norma general se tiende a meditar que cuanto más tarde cenes mucho más probabilidades hay de engordar. Tu metabolismo se ralentiza en la noche y quemas menos calorías. Vamos que todo cuanto ingieras antes de meterte en la cama se va a traducir en michelines sobre tu cintura al día siguiente.
Se aconseja concentrar la mayoría del consumo de alimentos a lo largo de la mañana y la tarde y en la cena hacer una comida mucho más rápida. Por una parte se evitará el reflujo de ácido y por otra parte se evita consumir muchas calorías, que no se quemarán. Tópicos aparte, la siesta es un hábito que puede aportarnos múltiples provecho para nuestro bienestar tanto física como mental.
Y entre ellas podría estar la de comer antes de irte a dormir. En línea con esto, otro estudio de 2020 apuntó que la quema de calorías es hasta 2,5 veces más elevada cuando se toma un desayuno abundante que tratándose de una comida abundante. Por este motivo, es recomendable aguardar unas 3 horas antes de acostarse.
Claro está que, en el momento en que el aporte energético es superior al consumo que hacemos, el exceso se convierte en grasa que termina por acumularse y, por consiguiente, engordamos. Los estudios científicos señalan que la gente que duermen mucho más de 7 horas tienen la posibilidad de abrasar mucho más calorías. De hecho, se ha calculado que la reducción de las probabilidades de sufrir obesidad tienen la posibilidad de ser de hasta el 36 %. La mayor parte de los especialistas han concluido que hay una relación directa entre dormir las horas debidas y la salud. Lo aconsejable es que tomes el hábito de reposar las horas que necesitas.
Durante la noche, un proceso fisiológico habitual incluye el descenso de la presión arterial. Sin embargo, el estudio encontró que un 24,2% de los participantes que habían comido en las 2 horas antes de acostarse no habían mostrado un descenso conveniente de la presión sanguínea. Por el contrario, adelantar la hora de la cena parece incrementar la quema de grasa a lo largo de la noche y achicar el apetito. “Ponernos en manos de un profesional cualificado en actividad física y deporte que nos diseñe un plan a medida según nuestra condición física y objetivos”. Pues, sin darnos cuenta, hacemos cosas en nuestro día a día que pueden estar perjudicando a nuestro metabolismo. ¿Cuáles son esos \’pequeños detalles\’, supuestamente sin relevancia, que dinamitan nuestra dieta?
El segundo inconveniente es que tendrás un desajuste hormonal que te puede producir múltiples inconvenientes. No en balde, los desequilibrios en el sueño influyen en tu metabolismo y eso puede ser problemático. Dos son las hormonas que regulan el apetito del metabolismo, la leptina y la grelina. En el momento en que hay un desajuste, esto provoca mucho más ganas de comer y el consecuente problema. En los últimos tiempos, ha habido una toma de conciencia sobre este inconveniente. No es recomendable llevar a cabo ejercicio intenso inmediatamente después de comer, pero son muchas las actividades que puedes realizar si tu propósito es no engordar o, incluso, perder peso.
Hablando de descanso, Fernández Rápido nos pega un tirón de orejas virtual. 10 o 15 minutos de espera previos a la siesta tienen la posibilidad de ser un increíble “antídoto” para eludir que las grasas se amontonen y también para sostener a raya los escenarios de azúcar en sangre. Un pequeño recorrido, recoger la mesa o realizar cualquier otro trabajo doméstico que tengas pendiente, bajar hasta la calle por las escaleras y volver a subir. Cualquier cosa que implique movimiento moderado antes de dormir, te va a sentar bien.
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